Cuán grande es tu bondad, que atesoras para los que te temen, y que a la vista de la gente derramas sobre los que en ti se refugian.
Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?
Pero que pida con fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento.
Confío en Dios y alabo su palabra, confío en Dios y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal?
El que atiende a la palabra prospera. ¡Dichoso el que confía en el Señor!
Así que mi Dios les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús.
Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.
Temer a los hombres resulta una trampa, pero el que confía en el Señor sale bien librado.
Encomienda al Señor tu camino, confía en él, y él actuará. Hará que tu justicia resplandezca como el alba, tu justa causa, como el sol de mediodía.
Confía en el Señor y haz el bien, establécete en la tierra y mantente fiel.
Dios es mi salvación y mi gloria, es la roca que me fortalece, ¡mi refugio está en Dios!
Pero yo, Señor, en ti confío, y digo: Tú eres mi Dios.
Yo estoy contigo. Te protegeré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.
El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso. Yo le digo al Señor: Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío.
Esta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que, si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye.
Manténganse libres del amor al dinero, y conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho: Nunca te dejaré; jamás te abandonaré.
Así que podemos decir con toda confianza: El Señor es quien me ayuda; no temeré. ¿Qué me puede hacer un simple mortal?.
Por la mañana hazme saber de tu gran amor, porque en ti he puesto mi confianza. Señálame el camino que debo seguir, porque a ti elevo mi alma.
Al de carácter firme lo guardarás en perfecta paz, porque en ti confía.
Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza.
Queridos hermanos, si el corazón no nos condena, tenemos confianza delante de Dios, y recibimos todo lo que le pedimos porque obedecemos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio.
Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo, cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas.
Pon en manos del Señor todas tus obras, y tus proyectos se cumplirán.
Bueno es el Señor, es refugio en el día de la angustia, y protector de los que en él confían.
Sin hacer caso de la noticia, Jesús le dijo al jefe de la sinagoga: No tengas miedo; cree nada más.
Bendito el hombre que confía en el Señor y pone su confianza en él. Será como un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente, no teme que llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes. En época de sequía no se angustia, y nunca deja de dar fruto.
Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas.
Pon tu esperanza en el Señor, ten valor, cobra ánimo; ¡pon tu esperanza en el Señor!
Es mejor refugiarse en el Señor que confiar en el hombre.
Señor Todopoderoso, ¡dichosos los que en ti confían!
El Señor es mi fuerza y mi escudo, mi corazón en él confía, de él recibo ayuda. Mi corazón salta de alegría, y con cánticos le daré gracias.
Por la mañana hazme saber de tu gran amor, porque en ti he puesto mi confianza. Señálame el camino que debo seguir, porque a ti elevo mi alma.
Aun cuando un ejército me asedie, no temerá mi corazón; aun cuando una guerra estalle contra mí, yo mantendré la confianza.
Pero la Escritura declara que todo el mundo es prisionero del pecado, para que mediante la fe en Jesucristo lo prometido se les conceda a los que creen.
Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa.
El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso. Yo le digo al Señor: Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío.
Mi Dios, en ti confío; no permitas que sea yo humillado, no dejes que mis enemigos se burlen de mí.
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